sábado, 31 de enero de 2015

Destino bigotudo 1: TURQUÍA

¡Ay ay ay! ¡Qué emoción!
Estoy planeando mi viaje de semana santa (¡pedazo de viaje!) y os puedo asegurar que va a ser a uno de los destinos más gatunos que os podáis imaginar, pero todavía no os quiero decir donde... jejeje
El caso es que andaba yo pensando en otros viajes gatunos que he realizado y me vino a la mente la visita de este verano a Estambul, Turquía.
Pasear por los mercados, parques y jardines de las mezquitas de Estambul es estar rodeado constantemente de los preciosos felinos que habitan sus calles. Recuerdo especialmente a una gata que se paseaba por Santa Sofía, con la tranquilidad de quien está en su propia casa, dejándose fotografiar y hasta acariciar por todos los visitantes que pululábamos por allí, y os aseguro que no éramos pocos.


Y es que los gatos turcos buscan el cariño de los humanos turcos. ¿Sorprendente verdad? Pero es que allí se preocupan de alimentar las colonias y siempre hay un cuenco lleno de agua para los felinos, las personas respetan su presencia y hasta la buscan cuando, en las horas del medio día que el calor aprieta, se tumban en los jardines a echar un sueñecito.
Además el gobierno ha colocado en las ciudades unas máquinas para alimentar los perros y gatos de las calles. Los beneficios del reciclaje van dirigidos a la alimentación de los animales callejeros, así que cada vez que alguien lanza una botella de plástico a reciclar en una máquina de éstas, un poco de pienso cae en el cuenco.


¿De dónde nace esta veneración de los turcos hacia los gatos? Yo, acostumbrada a los gatos de nuestras ciudades que corren a esconderse bajo un coche al oir nuestros pasos, volví de Turquía muy intrigada y me puse a investigar, la explicación es una historia que seguramente muchos gatunos ya conocéis:

LA GATA MUEZZA

Al parecer, el amor por los felinos es algo muy habitual en el mundo musulmán. Cuenta una leyenda que Mahoma era un apasionado de los gatos y tenía una gata llamada Muezza. Un día ésta se quedó dormida en el interior de la manga de su túnica, Mahoma se tenía que ir, pero no quería despertar a Muezza así que cortó la manga con unas tijeras y se marchó. Al volver Muezza, muy agradecida le recibió arqueando el lomo y ronroneando. El profeta decidió otorgar entonces a los gatos la gracia de caer siempre de pié y de poder entrar en el paraíso.


Ya sabéis gatunos, si estáis pensando en un destino de vacaciones bonito, barato y bigotudo, apuntad Turquía en la lista, no os arrepentiréis.

Mi amiga teniendo una conversación muy seria con una futura mamá gata

lunes, 26 de enero de 2015

¿Por qué me llamo Mara?


Cuando leí la sinopsis de este libro, no me lo pensé ni dos veces para hacer el pedido, lo quería tener ya entre mis manos. A pesar de lo compulsivo de la compra, los beneficios iban destinados a protectoras que defienden los derechos de los animales, así que mejor todavía.



Y por fin ha llegado y he podido disfrutar de su lectura. Corta, pero intensa. Y es que, ¿quién no ha tenido un amigo peludo que le ha marcado de por vida? Además de entristecerte tiernamente con la historia, creo que el libro saca algo más de nosotros, te hace recordar a aquel peludo al que quisiste tantísimo y cuyo recuerdo sigue en algún pequeño detalle cotidiano. Puede que su nombre sea alguna de tus contraseñas, que sigas manteniendo su foto cerca o que cada vez que pases por un lugar concreto, te venga su recuerdo.

Yo también tuve una Mara. Se llamaba Pandereta (Pande para los amigos), y su nombre nos acompaña en esta aventura bloguera.


viernes, 23 de enero de 2015

Gatos, torres y cajas.

¿Crees que tu gato se aburre en su torre? ¿Todo el día mirando la vida pasar desde la parte más alta en lugar jugar y quemar esas calorías que le sobran? Seguramente porque tu gato no tiene una torre de estas:





Las hemos encontrado en http://catwheel.net una empresa con unas torres para gatos verdaderamente impresionantes. Sirven para mucho más que dormir y afilarse las uñas, muchas de ellas tienen una rueda para que el gato haga ejercicio al “estilo hamster” o sirven para que el gato se transporte de un lugar a otro de la estancia sin tocar el suelo, como ellos les gusta.
Nos gustaría contaros la experiencia de que nuestros bigotudos probasen una de estas, pero lamentablemente la empresa en cuestión está en Corea y traer una de estas hasta casa se nos escapa del presupuesto.

Mucho más asequibles (aunque todavía no están en nuestro poder) son estos castillos de cartón para gatos con buen gusto:



Se encuentran en http://www.kekamsterdam.com/cardboard-cribs-for-cats una empresa afincada en Amsterdam y por un precio que ronda los 20 euros puedes hacerte con una para la realeza gatuna de la casa.

Si tu bigotudo, como mi querida Mikitina, tiene tendencia a morder y tragar cartón (¡excelente para el tránsito intestinal!) y te pica gastar 20 eurazos por algo que va a acabar en el arenero o si te mola más el rollo “do it yourself” y eres algo apañado con el cutter y los rotuladores quizás te salga más a cuenta reciclar una caja de las que tengas por casa y hacer algo bonito y apañado. Esta es la casa que le hicimos a Rodri para que disfrutase del tiempo que pasó en casa cuando estuvo de acogida:





Pero si no tienes tiempo ni arte con los rotuladores, no te preocupes, simplemente deja la caja por en medio como el que no quiere la cosa (si creen que te están robando seguramente ellos la disfruten aun más) que ellos mismos se encargaran de entretenerse... ¡Dentro vídeo!




lunes, 19 de enero de 2015

¿Loca de los gatos?

Últimamente se repite mucho esta situación:

   - Ay, ¿tienes gatos?
   - .. sí.
   - ¿Cuántos?
   - .. .. .. muchos.

Como os lo digo, que no me gusta ya decir el número.

Creo que para la mayoría de las personas el concepto de loca de los gatos vendría a ser como algo despectivo. Una señora despeinada, que coge todo los gatos que pasean por la calle porque sí, porque le gusta tener más y más. Que vive en una casa nada apetecible de visitar, rodeada de enfermedad y cuyos gatos no hacen más que reproducirse. ¿Será quizá por el papel de Eleanor Abernathy, la loca de los gatos en los Simpson?



Daría un cachito de mí para que el resto supiera cómo somos las locas de los gatos de verdad, las actuales y modernas. ¡Porque conozco a muchas! Y no, no tiramos gatos para echar de casa a la gente que viene a visitarnos. ;)

A veces he tenido cuatro gatos y otras diez, correcto. Pero yo no lo he decidido nunca. Lo ha decidido el destino, el que pone una caja con cuatro cachorros peludos en la puerta de casa, o el que tras haber recogido a una parejita de felinos encantadores porque han sido abandonados, tan solo dos días después me hace ser partícipe de un atropello con fuga.

¿Creen que nos gusta ver nacer gatitos sabiendo que no hay hogar para todos? No hombre, no. Están todos esterilizadicos (y vacunados, con las pruebas hechas y desparasitados, tanto interna como externamente).

Mi casa parece el oeste, con grandes bolas de pelo a cámara lenta y el sonido de silbidos de fondo. Pero oye, que cada uno dedica su tiempo a lo que le apetece y yo hago muchísimo ejercicio agachándome a recogerlas. Eso que nos ahorramos en gimnasio.

Así que, cuando la historia es “¡Qué gaticos tan monos! Y cuántas cosas gatunas tienes, ay, ¡eres una loca de los gatos!” ahí bien, ahí sí, así genial. :)

¿Y a ti? ¿Te han llamado alguna vez loca de los gatos? (O loco de los gatos, si eres un atrevido catlover que pasa por aquí a leernos) ¿Te molesta o te hace gracia? ¿Sueles contestar?

¡Coméntanos tus experiencias! Que si algo nos gusta tanto como los gatos, es leer historia gatunas. 

¡Miaus!

viernes, 16 de enero de 2015

La importancia de la imagen


A estas alturas de la película pocos se creen ya esa historia de que el amor es ciego. Las protectoras lo saben y muchas de ellas buscan cada vez más a fotógrafos profesionales que saquen el mejor perfil de sus peludos. Y es que ya se sabe que una fotografía tierna es capaz de derretir el más duro de los corazones. Precisamente fue así como empecé yo haciendo retratos de animales, subiendo un par de tardes a fotografiar a los animales de Adypa. Ahora lo sigo haciendo con Bigote de gato y también hemos hecho un calendario precioso para Adoptamics.

Kukona, que recientemente ha encontrado famila, cruzamos las patitas para que se adapte sin problemas.

Investigando por la red me he encontrado con un grupo de gente que es muy consciente de la importancia de la imagen para un animal que aspira a ser adoptado. Se trata de Hollywood Grooming un servicio de peluquería de mascotas a domicilio que se encuentra en Los Angeles y que ha cambiado la vida a varios perros sin hogar que se encontraban en el refugio de su ciudad, un lugar dónde se practica el sacrificio de aquellos que no son reclamados ni adoptados.

Hollywood Grooming dedica parte de su tiempo a realizar cambios de imagen a los animales que llegan al refugio de Los Angeles, un buen baño, un corte de pelo y un par de mimos hacen milagros. Hay muchos vídeos en internet sobre su trabajo y, aunque hay sido muy difícil seleccionar sólo uno, os paso aquí el caso de Maggie, una perrita que llegó al refugio ciega de un ojo y con la piel llena de suciedad y heridas. Unos días después de su “cambio de look” Maggie fue adoptada, el trabajo de Hollywood Grooming salvó su vida.

Los vídeos están realizados por The Pet Collective un grupo de gente que se dedica a hacer vídeos de animales de toda clase y que no os debéis perder. Pero de ellos ya hablaremos en otra entrada…


martes, 13 de enero de 2015

Asimov, el gato negro que cambió mi suerte

Si mi compañera habla de los principios.. ¡yo también quiero! Y para eso, como ella, he de remontarme unos cuantos años atrás. En el otoño de 2010, cuando un gato me salvó la vida a mí.

Desde bien pequeñita, jamás encontré una actividad en la que me sintiera a gusto, ilusionada con lo que hacía. Las personas acababan aburriéndome, probé varias vías de estudio y nada, me faltaba esa cosilla que le da chispa a la vida.

Siempre había respetado a los animales, pero nunca había tenido debilidad por ellos. En un intento de comenzar una nueva aventura me dije, ¿y si adopto un gato? Jamás me planteé comprar, sin conocer el mundo animalista, ni todas las protectoras que fomentan la adopción. Por eso ahora me cuesta tanto creer que haya que explicarle a la gente que comprar un ser vivo está muy mal.

Cuando entré a aquella gatera, ¡me brillaron los ojos! Y lo que más recuerdo es que me enamoraron todos los que tenían alguna rareza (una cojera, la amputación de un miembro). Y para mi sorpresa todos ellos estaban reservados. Y de repente vi una bola negra, desaliñada y delgada, mirándome a la altura de mis pies. Y él sí estaba disponible.

Y ese fue el principio. Asimov me regaló una nueva vida. Aprendí a querer a alguien hasta doler.

Nuestra compañera bloguera leyó ayer (ya que su pasión es leer cosas gatunas) que los gatos llegan a nuestra vida en el momento justo para enseñarnos cosas, aunque no nos demos cuenta. Desgraciadamente no pasé con Asimov más de dos meses. Una cruel enfermedad se lo llevó al arcoiris. Pero si él no me hubiera salvado a mí, yo no habría salvado a todos los que vinieron después.


domingo, 11 de enero de 2015

Ojalá nunca nos cansemos de luchar

El otro día andaba yo curioseando por el mundo twittero gatuno mientras pensaba sobre qué podría escribir en la primera entrada del nuevo blog, cuando acabé leyendo una conversación entre @ambihalogurru y @congatos (de La gatera de Rumbo). Seguro que, si sois twuiteros y gatunos, las conocéis a ambas, ellas difunden, comparten y luchan por el mundo gatuno desde su pequeño (no tan pequeño si contamos sus seguidores) cyber-rincón twittero.

Cómo seguro que nos ha pasado a todos, @ambihalogurru andaba algo desanimada y preguntaba a @congatos: “¿Sirve para algo difundir si los que nos siguen ya tienen adoptados?” @congatos, siempre positiva, le recordaba que “Muchos pequeños gestos construyen la base de grandes gestas”. ¡Claro que sirve! ¡Difundir salva vidas! A veces parece que son pequeñas gotas en un océano, pero para esos pequeños afortunados su vida habrá dado un giro de 180 grados. Así que después de leer esa pequeña conversación decidí que qué mejor que comenzar este blog que por el principio, el principio de mi historia gatuna:

Rondaba el otoño del 2011 cuando una amiga (la que precisamente va a escribir conmigo este blog) comenzaba a difundir a los gatetes de su recién creada protectora. Por aquel entonces yo no tenía ni idea de lo que era un gato, pero como ella era mi amiga allí estaba yo, cotilleando el Facebook de su nueva protectora. Unos grandes ojos de búho en el cuerpo de una pequeña carey (aunque entonces yo no sabía lo que era una carey ni que la mayoría eran hembras) me miraban directamente a través de la pantalla. Así como dubitativa pregunté "¿Y si lo adopto yo?" y, queridos gatólicos, no sabéis la de aventuras que hemos vivido juntas desde esa primera pregunta…

Ya se sabe que como mejor se predica es con el ejemplo y la llegada de la Kaede a la familia despertó en mi madre una empatía hacia los bigotudos que nos dejó sorprendidos a todos los que la conocíamos. Un día recibí una llamada suya para contarme que había parado el tráfico para recoger a una gatita callejera que tenía pinta de estar enferma. Si no la conocíais entonces no tenéis ni idea de la importancia de este gesto, lo que está claro es que a Ayla, que así comenzó a llamarse desde entonces la nueva miembro de la familia, cruzarse con mi madre le salvó la vida.




Pero la vida es una cadena interminable y el destino nos deparaba todavía más sorpresas. Si la llegada de Kaede nos abrió las puertas a todo un mundo de bigotes, con Ayla aprendimos una lección sobre lo duro que es la vida en la calle para los callejeros. Y en estas andábamos cuando un día, mientras mi padre iba y venía con la furgoneta durante el trabajo, se encontró con una gata atropellada al borde de la carretera, la intuición le hizo parar para comprobar si respiraba. ¡Y vaya si respiraba! Ciega por el golpe y totalmente en shock la llevamos de urgencias al hospital veterinario. Ahora Sakuragi Jinja (Templo de la flor del cerezo), Saku para los colegas, disfruta de un hogar calentito y de una familia maravillosa que la adora. Aún recuerdo a Koke, el veterinario, diciendo “¡Qué caso más guapo!” al ver lo rápido que fue mejorando de sus heridas.




Podría contar todavía más historias de gatos que han pasado por mi vida (y mi colega bloguera  Nica Misinez todavía aún más que yo) pero lo importante de esta historia, querida @hambialogurru, es que todo empezó por una foto colgada en Facebook en 2011 (que adjunto como prueba). Ojalá nunca nos cansemos de difundir, de compartir, de adoptar, de apadrinar, de rescatar, de hablar de nuestras bigotudas experiencias. Ojalá nunca nos cansemos de luchar.