miércoles, 15 de abril de 2015

Qué hacer cuando mi gato fallezca...

…o con mi perro o mi pájaro o mis peces…

Ya, ya sé que esperabais una entrada sobre gatotecas japonesas y maneki neko y en cambio os vengo con un tema mucho más complicado. pero es que el otro día, cotilleando por el mundo animal en facebook, encontré a una chica que preguntaba en un foro qué hacer con su perro cuando falleciera, puesto que se trataba ya de un abuelete y empezaba a sufrir los primeros achaques de la edad,
Me leí de principio a fin los más de 50 comentarios y la verdad es que aprendí mucho de la experiencia de los demás. Yo nunca me he visto en esa situación pero, llegado el caso, creo que ya sé por qué solución optaría.
Una de las cosas más interesantes que descubrí fue que en Barcelona hay un cementerio de máscotas (Cementiri de petits animals) dónde puedes llevar a tu mascota (incinerada o no) a ser enterrada o recogida en un nicho. Yo pensaba que estos sitios eran algo más propio de películas de terror que de la vida real, pero lo cierto es que se trata un lugar precioso, rodeado de naturaleza, que nada tiene que envidiar a uno de nuestros cementerios convencionales para humanos, hasta hay un autobús directo que va desde Barcelona Zona Universitaria el primer domingo de cada mes y el trayecto es un cuarto de hora.


(fotografía extraída de su web)


Una de las primeras dudas que llega tras fallecer nuestro amigo es ¿qué hacer con su cuerpo? ¿Enterrar o incinerar? Si nuestro colega cruza el arco iris en casa no estamos obligados a dar parte de su defunción y si contamos con un terreno privado quizás tengamos un precioso árbol o un rincón especial que albergue su cuerpo para siempre. ¡Pero cuidado! No se puede enterrar a nuestro amigo en cualquier lugar, la ley no permite el enterramiento de animales en lugares públicos, así que por mucho que le gustase a nuestro amigo aquel pipican del barrio, deberemos abstenernos de plantarnos allí con una pala.

Si el fallecimiento se produce en el veterinario sólo podremos sacar su cuerpo sin incinerar si se nos autoriza con un papel de la clínica que nos asegure que no fue resultado de una enfermedad contagiosa. Seguramente  te pidan este papel en el cementerio si decides llevarlo allí. Lo habitual  (por lo menos en los casos que he escuchado) es que antes de salir del veterinario sea incinerado. ¿Qué hacer con las cenizas? Por supuesto puedes quedártelas contigo y encontrar un lugar ideal de la casa para guardarlas pero en el foro dieron algunas ideas alternativas que merece la pena conocer: 

Skrekkogle es una empresa noruega que, si le envías una foto y el bote de las cenizas, podrá realizar un cuadro que las conservará de manera original. Si os soy sincera esta opción me produce emociones encontradas, una parte de mí piensa que es exhibición y frikismo y se acerca a la idea de la disección (que ni siquiera tengo en cuenta) pero a la parte de mí que estudió Bellas Artes le parece algo simbólico y emotivo. ¡Vaya que me repele y me encanta al mismo tiempo! Así que juzgad por vosotros mismos:



(imágenes sacadas de su web)


Una de las opciones más bonitas (y más "de película") es la de lanzar sus cenizas al mar. Para eso hay que pedir una urna especial, debemos ser muy cuidadosos con el medio ambiente y no podemos lanzarlas en cualquier recipiente. Pero hay una opción más, de hecho mi favorita y creo que me gustaría hasta para mi propia persona. Se trata de pedir una urna especial, biodegradable, y meter en ella junto a las cenizas de  nuestro amigo las semillas de una planta que nos guste y enterrarla o, mejor dicho, plantarlos juntos en lugar importante para nosotros. Con el tiempo y los buenos cuidados de la tierra quizá veamos florecer la planta más especial de nuestro jardín, una que nos recuerde que la vida es un ciclo y que debemos siempre seguir avanzando.

sábado, 4 de abril de 2015

¿Por qué educar en el respeto a los animales?

Como mi compañera sigue de viaje por tierras orientales, qué mejor que aguantar la espera de las magníficas fotos e historias que nos aguardan, que tratando temas animalistas en este espacio.

A la pregunta de ¿por qué creéis que debemos educar a los niños en el respeto a los animales?, la respuesta es muy sencilla, porque queremos adultos respetuosos con los sin voz.

Si algo tenemos claro es que la mejor manera de educar es predicar con el ejemplo. Pero, ¿somos cien por cien un buen ejemplo?

Hace unas semanas asistí a una charla para niños sobre conceptos básicos y derechos de los animales. La actividad consistía en elegir al azar un animalito de juguete y que explicaran todo lo que supieran sobre él. El perro muerde, el gato araña, el tiburón mata, el elefante puede chafarte, al igual que el rinoceronte, la araña pica,.. La encargada de dar la charla ya contaba con la facilidad que tienen los niños de recordar los rasgos “menos buenos” a la hora de describir a un animal. Y, dándole la vuelta a la tortilla, justificó cada rasgo que ellos consideraban negativo y la mayoría de ellos quedó convencido. ¿No sería más fácil explicarles que el gato callejero se eriza cuando se asusta o que una araña no te picará si no invades su territorio? En vez de eso, les transmitimos que el humano es bueno y el mamífero, insecto o reptil, ataca.

En el sistema educativo, rara vez se incluye el respeto a los animales. En la escuela son tratados como meros recursos para satisfacer nuestras propias necesidades. “Andrés tenía 13 pollos y se comió 7, ¿cuántos pollos le quedan ahora?”

Quizá el problema también resida en la línea que separa el que te gusten los animales y defenderlos. ¿A quién no le gustan los animales? Son peludos y una monería. Pero dentro de ese grupo están los que van a verlos a zoológicos y circos y los que defendemos sus derechos e intentamos inculcar ciertos valores. Al hacerlo a edades tempranas, solo tenemos que enseñar, ya que más tarde modificar conductas será una ardua tarea.

No está todo perdido, por suerte. ¿Sabéis que una vez una mamá adoptó a dos gatitos porque su hijo de 13 años prefería la compañía felina que una play station? Y hoy por hoy sigue mimándolos como el primer día.

Uno de mis alumnos, de tan solo 6 años, vive al lado de un campo de tiro. A su corta edad ya son varios los pichones que ha recogido malheridos y, tras un periodo de curas y reposo, los ha echado a volar.

Una niña de 12 años, que hoy cuenta con algunos años más.., metió a su gata herida en un carro de la compra y la llevó al veterinario, pagándolo con sus ahorros, tras repetirle su madre durante días “ya se curará sola”.

Y sin ir más lejos, este verano una amiga presenció como unos niños pasaron de maltratar a unos cangrejos en la playa, tirándoles arena, a convertirse en los héroes de aquella cala al salvarles la vida porque escucharon sus consejos.

Historias que me conmueven. :)

Y me despido con un vídeo de un niño increíble, que seguramente ya conozcáis porque se convirtió en viral por la deducción lógica que ya podríamos tener la inmensa mayoría.